El duelo de Valencia

Este duelo que vivimos actualmente todos los que estamos en Valencia me hizo revivir aquellos lutos a los que no les había dado espacio este año: el cambio de país, de profesión y de versiones de mí que he decidido cambiar.

Me quebré en llanto esta semana, un llanto que te deja desinflado, que dura horas y para el cual lo único que necesitas es seguir llorando. Hacía mucho tiempo que no lloraba de esa manera. Lo detonaron unas cajas que tengo en Cambridge y que quería mover, aunque, al parecer, aún no estaba preparada para hacerlo.

Dar espacio a esas emociones en tiempos de duelo es sanar. ¿Cuántas personas tienen la dificultad para dar espacio a las emociones y terminan somatizando o recurriendo a vicios o excesos? Tomarse una botella de vino o fumar un cigarrillo es más normal que decidir dejar brotar el llanto, la emoción.

Hoy, mientras hacía voluntariado y observaba la realidad frente a mis ojos: negocios destrozados, pueblos llenos de basura, el olor abrumador y el duelo social, me conecté con una palabra que me llenó de fuerza: la voluntad.

Reconstruir trae muchas invitaciones, entre ellas, la voluntad para seguir adelante. La voluntad de cada una de esas personas para volver a construir sus espacios, a pesar de todo el dolor en el cuerpo, la pérdida de seres queridos, el desgarro de perder lo que tenían, políticas de estado vencidas. Pero la voluntad es ese libre albedrío que nos permite continuar.

Vi mucha voluntad en las calles, personas que vienen de muchas partes de España para ayudar.

Empezamos a entender un poco más lo que significa el cambio climático, y el consumismo.

Hoy me he conectado con el amor, ese amor que acompaña, para ayudar a construir de nuevo.

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Gracias por leerme,

Naked Woman.

Amazonia Arroyo